María Daniela | Psicoterapeuta, coach y escritora.

“QUIÉN NO CONOCE SU PROPIA HISTORIA, ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA”

Mi nombre, Maria Daniela.

Mi labor es acompañarte en la profundidad que sea posible para ti en cada momento, con todas las herramientas necesarias para ofrecerte seguridad física, psíquica y emocional a lo largo del proceso. Vamos a hacer camino, escuchando y ajustándonos a tus necesidades en cada momento. Escogeremos el acompañamiento más conveniente para ti en este momento.

Actualmente tengo mi consulta donde, a través del método psicocorporal Morfoanalítico, llevo más de ocho años acompañando a mis pacientes en sus procesos personales. Vínculo seguro, escucha profunda, sin juicios y mucho respeto; son claves para garantizar el éxito en todos los procesos.

Terapeuta PsicoCorporal Morfoanalítica

A través de éste método terapéutico, además de trabajar a partir de tus síntomas, te ofreceré las condiciones para una escucha profunda que permitirá, sin inducir, entrar en contacto con tus verdaderas necesidades. Sabemos que el cuerpo habla, en él se encuentran todas tus respuestas.

Coach Personal y Familiar

Juntos/as encontraremos el origen de tu sufrimiento, y a partir de ahí, descubriremos nuevas formas de enfocar-te para sobrellevar mejor aquello que no puedas cambiar, y por supuesto, transformar todo aquello que sí esté en tus manos cambiar.

Escritora

A veces, no siempre es posible acompañar presencialmente. Si lo deseas, a través del material escrito que te ofrezco puedes dejarte inspirar y acompañar. Me gustaría tener la oportunidad de ofrecerte un pedacito de mí. Tras mis años de experiencia, como madre y terapeuta, te acerco mi particular mirada hacia la profundidad de la mapaternidad. Mi libro, contiene un regalo en su interior, ¡Descúbrelo!

Acerca de mi

“El destino baraja las cartas, pero nosotros las jugamos.” (Arthur Schopenhauer)

Nacida en el seno de una familia de origen muy humilde y unos padres muy trabajadores, crecí creyendo que para ser alguien en la vida había que trabajar muy duro. Mis padres estudiaron y trabajaron para poder pagarse sus estudios, construirse una casa y tirar adelante la familia que construirían. En una época en la que el olor que había dejado la hambruna de la guerra y la postguerra aún se olía cuando el viento soplaba fuerte. Me educaron humildemente para no gastar sin necesidad, para valorar una pieza de ropa por su tejido y costuras y no por su marca… y les estaré siempre agradecida. Pero también me mostraron sin saberlo que el sufrimiento se lleva por dentro, que las lágrimas se contienen, y que la sensibilidad es peligrosa y te hace vulnerable.

Me construí con una coraza tan fuerte y “perfecta” que llegué a creer que yo, era ella. Tras una infancia que recuerdo feliz, vino una adolescencia de decepciones. La adolescencia es una fase de nuestra vida en la que el entorno parece que te exige ser fuerte y maduro y tu interior se siente más inseguro que nunca. Entró en juego con fuerza mi la coraza. Ésta me permitía ser fuerte por fuera y débil por dentro. O eso creía yo… Ahora se, que mi gran sensibilidad, solo supo encontrar protección en una coraza de rigidez física y mental. Extrovertida, risueña, testaruda, obstinada y con mucho carácter por fuera. Gran sensibilidad, ternura y dulzura por dentro.

Estas dos facetas que por aquél entonces estaban muy disgregadas en mí, estaban destinadas a suavizarse, pulirse y fusionarse en un mismo ser.

Venid conmigo, os cuento como pasó…

¡Un deseo me salvó!

Desde muy pequeñita, mi juego por excelencia era jugar con mis muñecas. Las vestía, les daba de comer, las ponía en sus camitas, les hablaba… ¡incluso las duchaba y acostaba cada noche! A los 14 años, le decía a mi madre que yo iba a querer ser madre joven. Mi madre que a esas alturas ya sabía de mi determinación cuando algo se me metía entre ceja y ceja… me respondió: “ ¡no digas tonterías que eres muy joven!”

Yo, ya sabía que no iba a ser a mis 14 años, ¡¿que se pensaba?! Pero… iba a ser madre joven.

Tras una adolescencia con curiosidad por lo prohibido, de muchas trasnochadas y pocos limites… sin saberlo todavía por aquél entonces, se estaban forjando las directrices de mi futura maternidad.

A los 17 años decidí que mi vida tenía que cambiar. Pues, me quería convertir en una buena madre para mi hija (no sé exactamente porqué…pero ya sabía que sería niña). Con dieciocho me saqué el carnet de conducir, me centré en la vida, dejé las trasnochadas, acabé mi formación como esteticista y me volví a matricular en el bachillerato nocturno. Algo en mi interior cambió. Cogí las riendas de mi vida, y empecé a jugar mis cartas. Sí, esas que la vida había barajado…

Confiaba muy poco en los hombres y en su capacidad por ser buenos compañeros de vida y mucho menos, buenos padres. Eso me llevo a pensar que quería ser madre soltera. Pero… ¡me enamoré!

Y siguiendo mi deseo, a los 20 años, ¡tuve mi gran regalo de vida!  Mi preciosa y fantástica hija Júlia, quién me salvo la vida antes siquiera de existir.

Así pues, el deseo de ser madre, concretamente, una buena madre. Me llevo a empezar mi proceso terapéutico a la edad de 22 años. Sentí que había algo en mí que no marchaba bien. Me costaba gestionar mis emociones, a veces me costaba explicar e incluso entender por qué razón algo me enfadaba o me emocionaba tanto… físicamente tenia instalado un dolor en mi columna, en la zona dorsal, detrás del diafragma. Ese dolor en algún momento había empezado a formar parte de mí y sin darme cuenta lo había aceptado, pero, ¡con mucho sufrimiento! Eso que en mi familia parece que se tomaba en silencio a pequeñas o grandes dosis con la Leche y… ¡para adentro! A veces me costaba coger aire, sentía fuertes pinchazos en el costado, bajo las costillas… Mi cuerpo estaba hablando, y me decidí a escuchar todo eso que tenía por decir.

Y yo, ¡quería ser una buena madre! Estable emocionalmente para acompañar a mi hija, feliz, y coherente.

Me lancé, y pedí ayuda. En ese instante, atravesé mi mayor resistencia: pedir ayuda, eso implicaba aceptar que yo sola no podía. Qué duro fue… pero ¡me cambió la vida!

Mi terapeuta Morfoanalista, me ofreció un espacio con una calidez humana y una capacidad de sostén y comprensión tales, que me permitieron adentrarme en mi sentir más profundo, escucharme, y poco a poco aceptar, entender y atender, todo el sufrimiento interno acumulado a lo largo de mi corta, pero intensa historia de vida.

Para mi fue un punto de inflexión. Desde ese momento, no he dejado de buscar mis respuestas, de querer entenderme y quererme cada día un poquito más.

Compaginé mis estudios, con más de 15 años como monitora de comedor, voluntariados educativos, mi maternidad, y a su vez, seguía con mi proceso personal de profundización y transformación. Tras haberme formado como maestra de primaria, ya desde las prácticas universitarias en escuelas, constaté que el sistema educativo tiene muchas dificultades por atender la emocionalidad de los niños y niñas. Desde el horario de comedor, disponía de más tiempo para escuchar, atender, y ayudar a lidiar con las adversidades con las que se encuentran los niños y niñas en la escuela. Dificultades propias del choque entre la socialización y el mundo emocional y psicoafectivo de cada uno.

A los once años sufrí bulling, eso que ahora tiene nombre y que antes se le llamaba “cosas de niños”. Durante ese curso escolar, se empezó a forjar en mi la determinación por ayudar a los demás, me convertí, de alguna manera, en la salvadora de los más débiles. Mi coraza se seguía endureciendo bajo el propósito de evitar el sufrimiento que yo había sentido en mis carnes.

Ahora, recapitulando, entiendo el camino que fui siguiendo… Por aquel entonces sólo sabía que quería cambiar el mundo, sin saber por dónde empezar. Y el camino consistió en empezar el cambio conmigo misma.

Sentía que quería ayudar a los niños/as, pero me daba cuenta que no encajaba en un sistema tan burocratizado, tan poco consciente y muy alejado de las necesidades reales de los más pequeños/as. ¡Que desatendidas quedan las emociones en este sistema en el qué criamos a nuestros hijos/as…!

Entonces decidí empezar la formación como Terapeuta Psicorporal Morfoanalista. Durante casi cinco años, me formé para poder ofrecer esa ayuda que tan bien me hizo a mí. A su vez, mi trabajo personal acompañada por mi terapeuta, se intensificó. Llegué a profundidades que ni podía imaginar que existieran. Su ayuda me permitió atreverme a saltar lo que parecían abismos, reconstruirme. Ahora, con mucha más consciencia. Y Poco a poco, ir soltando todas esas corazas que me había construido para seguir adelante, pero que ahora me impedían avanzar con ligereza y armonía. Sin perder mi determinación, pudo aflorar toda mi dulzura, alegría y coraje. Ahora, esa fuerza para avanzar, salía de dentro. Todo empezó a ser más fácil, me relacionaba conmigo misma con menos exigencia y más amabilidad. Es desde aquí, esa nueva yo, que te voy a acompañar. Con dulzura, sin juicios y con amabilidad. Sí, lo que todos/as merecemos: mucho respeto y amabilidad.

A día de hoy, con mi bagaje personal, como terapeuta y como madre, mi mayor deseo es poder compartir y ofrecer todo lo que he ido recogiendo a lo largo del camino. Así como seguir caminando, cultivando, recogiendo y compartiendo todo contigo.

Para mí, todo eso, tiene sentido.

Mi último gran deseo, ¡escribir un libro! Mi corazón me dice, que el primero de muchos.

Un Deseo Hecho Realidad

¿Quieres disfrutar del proceso de ser PADRE/MADRE?

Con este libro te ayudo a entenderte, entenderle, entenderla… un poco más.

Te ofrezco lo que he descubierto a lo largo de mi bagaje como madre y terapeuta, para hacerte más fácil este proceso tan emocionante y bonito. Pero que puede llegar a ser muy complicado y puede hacerse cuesta arriba si no le ponemos consciencia.

Además de mucha información práctica y amena de leer,

¡Contiene un regalo en su interior!

Coach Personal

Este acompañamiento tiene como objetivo ayudarte a encontrar una mayor armonía entre tus necesidades verdaderas y las decisiones que tomas en tu día a día. Conseguiremos encontrar la coherencia entre lo que sucede en tu vida y lo que realmente quieres que suceda.

Te ofrezco dos modalidades, presencial u online.

Las sesiones presenciales, nos permiten combinar el trabajo hablado con un tiempo de relajación y conexión con el cuerpo. Esto nos permite ahondar e integrar más lo trabajado en sesión.

Coach Familiar

Este acompañamiento tiene como objetivo ayudarte a encontrar una mayor armonía en vuestra relación. Sea cual sea la singularidad de vuestra familia, conseguiremos encontrar la coherencia entre lo que sucede en tu vida y lo que realmente quieres que suceda. Haremos posible una comunicación basada en el sentir, que os llevará a un entendimiento más profundo y real. Dando el espacio que merece el sentir de cada miembro de la familia. En estas sesiones daremos una especial atención a reparar el vínculo entre la pareja.

En este caso, también os ofrezco dos modalidades, presencial u online.

Las sesiones presenciales, nos permiten acompañar el trabajo hablado y la posibilidad de conectar con el cuerpo. Pudiendo ahondar e integrar más lo trabajado en cada sesión.

Terapia Psicocorporal Morfoanalítica

Cuando el dolor del SER no encuentra palabras para expresarse, habla a través del cuerpo. Cuando las palabras se organizan en un cuerpo que siente, el dolor puede ser vivido, comprendido y reparado.

Con este método de trabajo psicocorporal, atenderé la globalidad de tu ser. Integraremos y trabajaremos a cada instante la unidad CUERPO-MENTE como un sistema indisociable en el cual el cuerpo físico, las sensaciones, las emociones, la expresión corporal, energética y verbal constituyen una sola y única realidad del SER.

Palabras, sentimientos y emociones.

Empecé las sesiones de terapia morfoanalítica con María con cierta reticencia y no demasiado convencida.
Ella insistía en que hiciera ese trabajo de terapia, que estaba en un momento que me iría muy bien. Finalmente me decidí. Esas primeras sesiones fueron muy reveladoras para mí. Sentí muy pronto la bondad del trabajo terapéutico y cómo me permitía desprenderme de mis miedos.

Ha sido un proceso increíble. Y todo gracias a la competencia de María, de su capacidad de empatía y del respeto hacia el propio proceso terapéutico. Me ha dado herramientas, me ha guiado y sobre todo he captado su amor hacia el trabajo que hace y hacia mí.

Puedo decir que los beneficios de esta terapia son evidentes desde la primera sesión. Así fue en mi caso. Y en estos momentos sigo profundizando en la exploración y comprensión de mis emociones a través del trabajo terapéutico.

Gracias a la bondad del proceso, he podido entender, poner palabras y conectar con mis emociones. Ha dado sentido a todo lo que guardaba impregnado en mi cuerpo: mi historia de vida.

Es un trabajo profundo no exento de momentos duros, de resistencias, de lucha interna. Pero al mismo tiempo de una gran capacidad de transformación.
¡No puedo estar más agradecida y emocionada!!

Bárbara -

Psicóloga

Las sesiones con Maria me han ayudado muchísimo a entender y recordar las memorias que guardan mis tejidos, es impresionante como al dejarlas expresar mi cuerpo deja el dolor al sentirse escuchado. Muchas gracias por tan bello trabajo!

Nicté Macias -

Musicoterapeuta

"Cuando fui a terapia con M. Daniela me había construido un laberinto de emociones y sentimientos que hacían que sus paredes de cemento fuesen rígidas y provocaban dolor. Semana tras semanas esas paredes se fueron transformando en paredes de setos verdes más flexibles. Gracias a su intuición cada semana desgranamos lo qué mi cuerpo quiere expresar. Las memorias del pasado grabadas en el. Viajando en los recuerdos de mi niñez, podemos analizar y poner palabras a las tensiones, creencias y dolencias de mi cuerpo. Muchas gracias Maria Daniela. "

Testimonios

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